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organización, filosofía de la empresa,
reglas, ambiente y clima derivados de
la distribución física de los miembros
y de la relación de estos con clientes
o terceros, creencias, símbolos
(metáforas, leyendas, héroes, tabúes)
de la organización.
Se acepta de forma general, que
la cultura organizacional debe ser
abrazada de manera individual y en
colectivo por los trabajadores; en
consecuencia, hablar de ella, de sus
diferentes relaciones, propiedades,
características, dimensiones, es
hablar a su vez de los hombres que
conforman la organización; es así
como de este modo y según la
opinión de Otero (2007), en presencia
de la globalización: …el trabajo se
individualiza más, se desagrega la
realización del trabajo y se reintegra
su resultado mediante una
multiplicidad de tareas
interconectadas en emplazamientos
diferentes, marcando la entrada de
una nueva división del trabajo,
basada en los atributos/capacidades
de cada trabajador más que en la
organización de tareas, (p. 232).
En concordancia con lo que se
viene indicando, es inevitable insistir
en la complejidad de los sistemas
sociales en general, y empresariales,
en particular. Para Morin (1999): “hay
complejidad cuando son inseparables
los elementos diferentes que
constituyen un todo (como el
económico, el político, el sociológico,
el psicológico, el afectivo, el
mitológico)…Por esto, la complejidad
es la unión entre la unidad y la
multiplicidad”, (pp. 15,16).
Resulta evidente que la cultura
organizacional en el seno de la
globalización y la mundialización,
debe ser comprendida considerando
todos y cada uno de estos elementos
señalados por Morín. Para ello, será
necesario recurrir a los principios de
recursividad, hologramaticidad,
dialogización, emergencia, auto-eco-
organización y borrosidad, como
recursos teóricos que permitan
establecer las infinitas líneas que se
entrecruzan en las dinámicas sociales
que se desarrollan, tanto dentro de la
empresa, como en su entorno, y que
a la postre, conforman la axiología